Fue la etapa de mayor apogeo del Imperio, para conseguir unificar todos los reinos cristianos, se propuso restablecer las fronteras de lo que había sido el Imperio Romano. Una vez asegurada la frontera oriental del imperio, amenzada por el fuerte expansionismo del Imperio Persa, saldada en la batalla de Dara en el año 530, volcó todo su empeño en conquistar lo que había sido el Imperio Romano de Occidente.
Victorias a cargo de sus generales Belisario y Narsés, conquistando las antiguas provincias romanas del norte de África ahora en manos de los vándalos, así como las islas de Córcega, Cerdeña y Baleares. Después anexionaron Dalmacia, hasta que en el año 536 consiguieron entrar en Roma.
Aprovechando en el año 552, una serie de disturbios en los territorios Visigodos de Hispania, Justiniano logró anexionar al Imperio gran parte del sur de Hispania, provincia a la que llamó Spania, región que no abandonarían hasta el año 620.
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