El Sacro Imperio Romano. Nombre dado al Imperio creado
por Otón I, el Grande, en 962, en recuerdo del Imperio romano. En el reparto de este
Imperio el título quedó vinculado al dominio sobre Italia.
Comprendía el reino germánico, los territorios bajo influencia germánica de
Bohemia y Moravia y el N y centro de Italia, incluidos los Estados Pontificios.
En el s. XIII, Federico II
intentó revitalizar el Imperio con la expansión comercial por el Mediterráneo, pero la resistencia del papa Inocencio III lo impidió. A la muerte de
este emperador Alemania se convirtió en una aglomeración
de principados autónomos. Los acuerdos de paz de Westfalia (1648) redujeron el Sacro
Imperio a un simple nominalismo[1].
Historia Según la leyenda de San Silvestre, Constantino habría arrojado las insignias
imperiales, siendo recogidas por el Papa y quedando depositadas, en teoría, en
las manos del Pontífice, de manera que, en consecuencia,
éste podía otorgarlas a quien considerara digno de las mismas. La presión que
bizantinos, lombardos y aristocracia
romana ejercían sobre el Papa, determinaron a éste a buscar un apoyo eficaz
fuera de Italia, estableciendo así con la dinastía pipínida, mayordomos de los reyes
merovingios: Los pipínidas ayudarán al Papa a mantener su independencia frente
a las distintas amenazas, especialmente, frente a los lombardos, si bien, éstos
se apoyarán en la auctoritas papal con el objeto de consolidar su linaje: Dada
la dejadez de los llamados 'reyes holgazanes' merovingios, Pipino el Breve
consultará a la curia pontificia si es adecuado que sea rey quien no gobierna,
en clara referencia al merovingio Childerico
III. El papa Zacarías
afirmará que, efectivamente, ser rey implica ejercer una responsabilidad, un
ministerium, un servicio, de modo que, de no ser ejercido, la deposición es
legítima.
Así, y siguiendo la tradición germánica, Pepino el
Breve será aclamado por los aristócratas francos como rey, si bien, la sanción
definitiva vendrá dada con la unción del Papa San Bonifacio. Pipino será proclamado
"patricio de los romanos", lo cual implica su reconocimiento como
protector efectivo de Roma, y por tanto de la Iglesia y el Papado. El rey es
hijo espiritual del Papa, y la Curia le concibe, siguiendo el Antiguo Testamento, como nuevo David, rey
guerrero, santificado por la unción, protector de la Iglesia
y el pueblo.
Uno de los hijos de Pipino, Carlos, mantendrá esta
política de protección del Papa y su independencia, siendo por ello premiado,
en la Navidad del año 800, con la dignidad imperial. Sin embargo, muy pronto
surgirán diversas concepciones al respecto de éste importante hecho: Para Roma,
el título imperial sólo tiene sentido si se entiende como servicio, como
ministerium, fundamentalmente a Dios y la Iglesia, pero para la corte
carolingia de Aquisgrán,
el título imperial no viene sino a rubricar el papel del rey de los francos
como elegido de Dios y protector de la Iglesia, constituyendo un título de
prestigio y no tanto una obligación.
Coronando al rey de los francos, el Papa esperaba
asegurar su independencia y protección y manifestar que la auctoritas le
corresponde a él, aunque la potestas sea de los príncipes laicos, es decir, que
si bien la Iglesia no tiene poder, tampoco el poder del príncipe es absoluto,
sino que está limitado por la autoridad del Papa. Sin embargo, para Carlomagno, la coronación imperial no era
sino la sanción jurídica, la culminación simbólica del proceso de consolidación
del poder de su linaje y del pueblo franco, como pueblo elegido de Dios: lejos
de pretender asegurar la independencia de la Iglesia, Carlomagno pretendía
controlarla para hacer de ella un mero apoyo ideológico, cultural, espiritual,
administrativo, etc. El poder estaría en manos del Emperador, no siendo el papa
mucho más que un mero sumo sacerdote.
En 858 es proclamado Papa Nicolás I, el cual asume las ideas de Gregorio Magno y Gelasio I, insistiendo pues, en la primacía
del Papa y en que el poder imperial deriva de la autoridad pontificia, de
manera que el emperador es súbdito
del Papa, y no al revés. La desobediencia al mismo, implicaba no sólo
infidelidad, sino idolatría,
al pretender poner por encima del vicario de Cristo
al Rey.
Esta doctrina será muy bien acogida por los Welf, como representantes de una
alta nobleza territorial que aspira a reducir el control y la soberanía que el
emperador ejerce también sobre ellos.
Antecedentes El Sacro Imperio Romano
Germánico, entidad política de Europa occidental, cuya
duración se prolongó desde el 800 hasta 1806. Fue conocido en sus
inicios como Imperio Occidental. En el siglo XI se denominó
Imperio romano y en el XII, Sacro Imperio.
La denominación de Sacro Imperio Romano Germánico fue adoptada en el siglo XIII. Aunque sus fronteras se
ampliaron de forma notable a lo largo de su historia, los estados
germanos fueron siempre su núcleo principal. Desde el siglo
X, sus gobernantes eran elegidos reyes de Germania
y, por lo general, intentaban que los papas les coronaran en Roma
como emperadores, aunque no siempre lo conseguían.
El trono imperial de Roma quedó vacante después de
que Rómulo Augústulo
fuera depuesto en el 476. Durante los turbulentos inicios de la edad media, el
concepto tradicional de un reino temporal conviviendo con el reino espiritual
de la Iglesia fue alentado por el Papado. El
Imperio bizantino, con capital en Constantinopla (hoy Estambul,
Turquía), que controlaba las provincias del
Imperio romano de Oriente, conservaba nominalmente la
soberanía sobre los territorios que anteriormente poseyó el Imperio de Occidente.
Muchas de las tribus germanas que habían conquistado estos territorios
reconocieron formalmente al emperador de Bizancio
como su señor.
Debido en parte a esta situación y también a otras razones,
entre las que se incluye la dependencia derivada de la protección bizantina
contra los lombardos, los papas reconocieron durante un largo tiempo la
autoridad del Imperio de Oriente
después de la abdicación forzosa de Rómulo Augústulo.
Formación El proceso de formación del Sacro
Imperio Romano Germánico está asociado con la política de centralización en la región.
Otón I fue electo emperador en el año 936 y durante su reinado comando los ejércitos
que derrotaron a los húngaros, garantizándose así prestigio e gran influencia,
en su relación con los nobles alemanes y con la Iglesia Católica, a la cual defendía, después
de que fuera nombrado sagrado emperador por el Papa en el año 962. Es así como nació
el Sacro Imperio Romano Germánico.
El Sacro Imperio Romano-Germánico
y la pugna con el Papado
Las guerras intestinas que estallan durante el
reinado de Luis el Piadoso y la presión ejercida por los normandos contribuirán
a debilitar extremadamente a la dinastía
carolingia, hasta el punto de que se producirá la translatio
imperii, el traspaso de la dignidad imperial a una nueva dinastía: tras
derrotar a los destructivos húngaros en Lech (955), el duque de Sajonia Enrique
I el pajarero, el Cetrero adquirió gran prestigio, en lo que no era
sino manifestación del poder que habían adquirido los grandes ducados
orientales del agonizante Imperio carolingio, esto es, los ducados alemanes.
Así, Otón I, hijo de Enrique, era coronado en
962 como Emperador.
Sin embargo, este traslado de la dignidad imperial
a Alemania no iba a evitar la pugna entre el
poder laico y el eclesiástico, sino que, por el contrario, iba a dar pie a
algunos de los más notables episodios de este enfrentamiento de la Historia de
Europa. Sin duda, uno de los más conocidos será la Querella de
las Investiduras, protagonizada por Enrique
IV de Sajonia (1056 - 1106), y que estalla por
la pretensión del emperador de designar a los cargos eclesiásticos o
administrar las rentas de los monasterios, pasando por encima del Papa
y estableciendo así un control absoluto sobre la Iglesia. Gregorio VII publicó entonces los Dictatus
Papae, que contemplaban la deposición del Emperador si amenazaba la libertad de
la Iglesia - dado que la unción y coronación como emperador se basaba,
precisamente, en que éste defendiera dicha libertad, por lo cual, de no
hacerlo, resultaba lógico desposeerle del dicha dignidad imperial.
Los grandes señores alemanes, temiendo perder su
autonomía ante el inmenso y absoluto poder que la victoria sobre el Papa
proporcionaría al Emperador, decidieron apoyar al Papado, estableciéndose así
un equilibrio entre ambos contendientes. No obstante, ésta se decantó en 1137,
tras la muerte de Lotario
III por Conrado III
Hohenstaufen de Suabia, cuyo linaje era conocido como Weiblingen, que formarán
el bando de los gibelinos, frente a la familia Welf de Sajonia. Sin embargo, la
pugna vino a intensificarse con Federico I Hohenstaufen, conocido como
Barbarroja (1152 - 1190), el cual, si bien ayudó inicialmente al Papa frente a
los patricios romanos, lo hizo para asegurar su poder y prerrogativas sobre las
ciudades lombardas, las cuales, lideradas por Milán, se unieron en la Liga
Lombarda, a la que el Papa apoyaría. Aprovechando la ausencia del Emperador y
su derrota ante los noritalianos en Legnano (1176), los magnates alemanes
consolidaban su poder, haciendo de contrapeso a Barbarroja y los magnates
subordinados a él.
No obstante, el poder imperial resultaba todavía
suficientemente amenazante para la posición del Papa como para buscar un nuevo
aliado, Francia, potencia que se mostraba cada vez más pujante, que parecía
querer reeditar el imperio carolingio, y cuya intervención en Italia abrirá
nuevos episodios conflictivos que marcarán la historia de Europa, al menos,
hasta bien entrada la Edad Moderna e incluso la Contemporánea. En este sentido,
resulta significativo que la extinción del Sacro Imperio Romano Germánico, en
1806, viniera propiciada por la proclamación del napoleónico Primer Imperio
Francés y que el Segundo inaugurado por el sobrino de Bonaparte, Napoleón III, fuera anulado a su vez, por
el II Reich alemán del prusiano Guillermo I.
Demografía
En el siglo XII migración
masiva de germanos a Lusacia. Desde el siglo XIII, habían en algunas ciudades
locales llamados Frauenhäuser
(casas de mujeres), la prostitución se consideraba un mal necesario. El
emperador Segismundo escribió desde la ciudad de Constanza
una carta solicitando 1.500 prostitutas para el Concilio de 1414 a 1418. En el siglo XVI las prostitutas empiezan a ser
perseguidas con la aparición de la Reforma y de la sífilis.
En 1416 llegan los primeros gitanos a Suiza,
1417-1418 expulsados de Meissen, 1418 expulsados de Leipzig y llegan a Estrasburgo, el 1 de noviembre de 1419 a Augsburgo,
1422 a Bolonia, 1424 expulsados de Munster, 1426
expulsados de Meissen, 5 junio de 1430 llegan a Mentz, 1432 expulsados de
Kassel y llegan a Weimar, 1433 Baviera, En 1500 Dieta de Augsburgo los expulsa,
así como en 1530,1543,1544. En 1545 Utrecht condena a un gitano hasta manar sangre,
sacarle las venas de al nariz, afeitarle la cabeza antes de condenado al límite
de la provincia por contradecir el destierro.
En 1548 la Dieta de Augsburgo declaró que
quienquiera que mate a un gitano, no será culpable de asesinato. En 1556,
el gobierno prohibió de ahogar a mujeres y niños gitanos. En 1577 una ordenaza
de Francfort pide perseguirlos como animales dañinos y quemarlos después de
azotarlos. En 1582 expulsión de Provincias Unidas. En 1717
llega Anton
Wilhelm Amo (1703–1759) nacido en Ghana,
de la tribu Nzema, se convirtió en el primer negro en llegar a ser profesor de
universidad en 1734.
Unidad
La unidad del Imperio quedó debilitada en 1555,
cuando por la Paz de Augsburgo
se permitió a cada ciudad libre y a cada estado de Alemania la elección entre el
luteranismo o el catolicismo. Por la Paz de Westfalia
(1648),
que puso fin a la guerra de los Treinta Años, el Imperio perdió lo que le
quedaba de soberanía sobre los estados que lo formaban, y Francia
se convirtió en la primera potencia de Europa. El Sacro Imperio
Romano, en su etapa final, sirvió principalmente como instrumento para las
pretensiones imperiales de los Habsburgo, pero todavía desempeñó ciertas
funciones, principalmente dirigidas al mantenimiento de una cierta unidad entre
los distintos estados que lo componían.
Los últimos emperadores, todos ellos gobernantes de
Austria,
preocupados principalmente por agrandar sus dominios particulares, fueron meras
figuras decorativas. Una fútil intervención militar contra la Francia
revolucionaria constituyó la última acción importante del Imperio en asuntos políticos
europeos. Como consecuencia de su bien fundado temor a que Napoleón I de Francia intentara apoderarse
del título imperial, Francisco
II de Austria, el último emperador, disolvió formalmente el Imperio
el 6 de agosto de 1806
y estableció el Imperio
Austriaco. El Sacro Imperio Romano Germánico equivale en la
historiografía alemana al I Reich;
el segundo Imperio Alemán
(1871-1918)
es también conocido como el II Reich;
en tanto que el Imperio
nazi constituiría el III Reich (1934-1945).
Tensiones
Tras la fusión de las tribus germanas, causa de la
creación de una serie de estados cristianos independientes en los siglos VI
y VII, la autoridad política de los emperadores
bizantinos prácticamente desapareció en Occidente. Al mismo tiempo,
se dejaron sentir las consecuencias religiosas de la división de la Iglesia
occidental, de modo particular durante el pontificado (590-604)
de Gregorio I. A la vez que el prestigio
político del Imperio bizantino declinaba, el Papado se mostró cada vez más
resentido por la injerencia de las autoridades civiles y eclesiásticas de
Constantinopla en los asuntos y actividades de la Iglesia occidental. La
consecuente enemistad entre las dos ramas de la Iglesia alcanzó su punto
crítico durante el reinado (717-741) del emperador
bizantino León
III "el Isaurio", quien intentó abolir el uso de imágenes
en las ceremonias cristianas.
La resistencia del Papado al decreto de León
culminó en la ruptura con Constantinopla (730-732).
El Papado alimentó entonces el sueño de resucitar el Imperio de Occidente.
Algunos papas estudiaron la posibilidad de embarcarse en el proyecto y asumir
el liderazgo de ese futuro Estado. Sin fuerza militar alguna ni administración
de hecho, y en una situación de gran peligro por la hostilidad de los lombardos
en Italia,
la jerarquía eclesiástica abandonó la idea de un reino temporal unido al reino
espiritual y se decidió a otorgar la titulación imperial a la potencia política
dominante en la Europa occidental del momento: el reino de
los francos. Algunos de los gobernantes francos habían probado ya su fidelidad
a la Iglesia; Carlomagno, que ascendió al trono franco en
el 768,
había demostrado una gran cualificación para tan elevado cargo, especialmente
por la conquista de Lombardía en el 773 y por la ampliación de
sus dominios hasta alcanzar proporciones imperiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario