lunes, 2 de octubre de 2017

SEMANA 34 LAS REFORMAS BORBÓNICAS



REFORMAS BORBÓNICAS
En este contexto, la corona española, bajo los borbones, requirió con apremio de reformas económicas y políticas que le permitieran colocarse en un terreno más favorable ante Inglaterra y Francia. España diseñó, entonces, una política que le sirvió para aprovechar e incrementar los recursos que obtenía de las colonias y, a la vez, impulso un desarrollo interno de su manufactura. Los borbones aplicaron de ese modo, los principios de la monarquía francesa y los cambios alcanzaron su apogeo durante el reinado de Carlos III. Las reformas borbónicas, aplicadas a mediados del siglo XVIII en todo el imperio español, buscaban reorganizar tanto la península como su relación con los territorios de ultramar. Para la corona, las transformaciones se plantearon bajo una concepción de actualización de la economía y el estado. Para América, intentaban recuperar los créditos y atributos del poder que había delegado los Habsburgos en grupos y corporaciones, colocando directamente a la monarquía y a sus más cercanos colaboradores en la conducción política, administrativa y económica del reino. Tales reformas implicaron un cambio "modernizante" pese a que no tenían como objetivo la construcción de nuevas estructuras sino la modificación de las existentes. Todo esto forzado por el influjo que ejerció sobre España el "Despotismo Ilustrado" y como respuesta a la necesidad de defenderse de los avances efectuados por Inglaterra en industrialización, captación de mercados y rutas comerciales, que debilitaban considerable la atrasada economía española. El centro de la reforma fue, sin duda, el dominio de la monarquía y el estado sobre los intereses particulares y corporativistas en todos los aspectos de la sociedad, la agricultura, la industria, el comercio, el arte y el conocimiento. El encargado de promover las reformas en América fue el visitador de Nueva España (1765-1771) y posterior ministro de las indias, José de Galvez; en la Nueva Granada, le correspondió a Gutiérrez de Piñeres en (1778-1780). Los agentes de la corona se propusieron debilitar o aniquilar a cualquier individuo o corporación que rivalizase con los poderes del soberano y contrarrestar así los privilegios que atentaran contra el interés del estado. De esta manera se limitó el poder político, obtenido por los criollos en los cargos públicos. Se restringió su participación en estos, con la idea de impedir la formación de poderes e intereses locales. Su desplazamiento fue copado por los nuevos españoles y reformadores que llegaron de la península. Uno de los blancos centrales de los innovadores Borbónicos fue la iglesia por su gran poder y sus privilegios acumulados. Durante las primeras décadas del siglo XVIII se dictaron leyes que prohibían la fundación de nuevos conventos en América. A su vez, las fuerzas militares tuvieron especial atención en América. Se organizaron las milicias en 1760 y se amplió el concepto de regimiento compuesto por criollos y españoles, pardos y mestizos. Esta medida obedeció a la imposibilidad de traer a las colonias guarniciones españolas y a la necesidad de defensa que requerían los territorios americanos. Los reformadores montaron el sistema de intendencias como jurisdicción político-administrativa, frente al cual estarían los intendentes o gobernadores generales. El cargo de regente se creo en 1776, y su fin primordial fue quitarle poder al virrey. El principal objetivo de las transformaciones económicas fue mejorar y ampliar la extracción de metales preciosos y materia primas, de tal suerte que sustentara en la península el desarrollo agrícola y manufacturero. Hubo, pues, una mejora técnica e incentivo para los mineros. A mediados del siglo XVIII se acudió a la contratación de expertos alemanes para organizar grupos de mineralogistas y metalúrgicos que visitaran Nueva España, Nueva Granada y Perú con el propósito de introducir cambios técnicos y formar a los mineros. En síntesis, la política reformista de los Borbón tuvo como propósitos: intensificar el comercio y la manufactura de la península; en los territorios de ultramar hacia la metrópoli, incrementar la producción minera y fomentar la producción de nuevas materias primas en América; reorganizar el fisco para un mayor y eficaz recaudo de impuestos, tributos y regalías para la corona; elevar los niveles de control metropolitano sobre la estructura política y social de las colonias, siempre partiendo de tener como premisa el interés ibérico.

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